lunes, 31 de mayo de 2010

Wiedermeyer


El MÉDICO, desde su mesa, atiende al PACIENTE.

MÉDICO

Usted dirá.


PACIENTE

Tengo la enfermedad de Wiedermeyer.


MÉDICO

Muy bien. ¿Por qué no ha venido el señor Wiedermeyer?


PACIENTE

El señor Wiedermeyer está ahora en su casa de verano, en Innsbruck.


MÉDICO

Ah, excelente.

Usted tiene que ser Schultz.


PACIENTE

Sebástian Schultz.


MÉDICO

¿Sabe quien tiene ahora la enfermedad de Schultz?


PACIENTE

La señora Mazurscky.


MÉDICO

Bien.

Ahora quiero que le lleve al señor Zinmermann su enfermedad.


El MÉDICO saca una jeringuilla y le inyecta en el brazo al PACIENTE.

PACIENTE

¿Qué hago con la enfermedad de Wiedermeyer?


MÉDICO

Llévesela a Bruno Copinscky


PACIENTE

El señor Copinscky tiene el síndrome Margaret.


MÉDICO

Oh. En ese caso entréguele la enfermedad de Wiedermeyer al doctor Miranda.


PACIENTE

Usted es el doctor Miranda.


MÉDICO

(Ligeramente asombrado) Así que yo soy el doctor Miranda.


PACIENTE

Sí, señor.


MÉDICO

Bien. Parece que ya estamos centrando un poco las cosas.

¿Qué enfermedades hemos dicho que lleva usted ahora?


PACIENTE

La de Zinmermann y la de Wiedermeyer.


MÉDICO

Mal. Esas enfermedades debería tenerlas ahora mismo el señor Schultz.


PACIENTE

Yo soy Schultz.


MÉDICO

(Ligeramente consternado) Mire, vamos a hacer una cosa, señor Schultz. Porque esto es un lío tremendo.

Nos olvidamos de Bruno Copinscky y de los demás desgraciados.

(Anotando en un papel y entregándoselo al PACIENTE) Vaya a ver al señor Hoffman a esta dirección. Le dará el mal de Hoffman. Quédese allí y no haga nada. Una ambulancia le recogerá en cuanto empiecen a caérsele las orejas.


PACIENTE

(Leyendo la dirección) Pero esto está al norte del lago Victoria, Kenia.


MÉDICO

No queremos colaborar, ¿verdad, señora Mazurscky?

El PACIENTE entiende que acabará antes viajando al lago Victoria que intentando razonar con el MÉDICO, y se marcha.

MÉDICO

No olvide vacunarse.

jueves, 8 de abril de 2010

Hibernación

Estamos en la habitación de un hospital. El MÉDICO atiende al PACIENTE que acaba de salir de una hibernación.

 

MÉDICO

¿Cómo se encuentra?

 

PACIENTE

Raro. ¿Cuánto tiempo he estado congelado?

 

MÉDICO

Nada, cuatro meses.

 

PACIENTE

¿Sólo cuatro meses? Les dije que no me descongelaran hasta que no acabase la crisis.

 

MÉDICO

Exacto. Ha durado menos de lo que esperábamos.

 

PACIENTE

Oh. Estupendo.

 

MÉDICO

Lo que pasa es que ahora estamos justamente en la situación contraria. Se va usted a escandalizar de los precios.

 

PACIENTE

No me diga.

 

MÉDICO

¿Sabe lo que cuesta ahora un café?

 

PACIENTE

Dígame.

 

MÉDICO

Setecientos cuarenta mil euros.

 

PACIENTE

Ja, ja. Está de broma.

 

MÉDICO

Ya le he dicho que los acontecimientos se han precipitado. Esto es de locos.

 

PACIENTE

Madre mía. ¿Y mi coche? Lo he dejado en el parking. ¿Ahora cuanto vale una hora? ¿Cinco mil euros?

 

MÉDICO

¿La hora? No señor. Ahora cobran por nanomilésimas de segundo. El cuarto de nanomilésima está en diecisiete millones de euros.

 

PACIENTE

¿Diecisiete millones de euros el cuarto de nanomilésima?

 

MÉDICO

¿Quiere que lo congelemos veinte minutos más, a ver si esto “peta” ya de una vez y todo vuelve a la normalidad? El ejército italiano acaba de entrar en la Bolsa de Tokio y está intercambiando rehenes por aceite de soja.

 

PACIENTE

Madre mía, no sé… ¿Y una lobotomía?

 

MÉDICO

También, sí señor. Más cómodo. Ahora estamos haciendo muchísimas.

 

PACIENTE

Pues venga.

 

MÉDICO

(A fuera de cuadro) ¡Paco, mira a ver una “lobo” al 110!

 

MÉDICO

(Al PACIENTE) Encantado de conocerle.

 

PACIENTE

Buenas tardes.