Estamos en la habitación de un hospital. El MÉDICO atiende al PACIENTE que acaba de salir de una hibernación.
MÉDICO
¿Cómo se encuentra?
PACIENTE
Raro. ¿Cuánto tiempo he estado congelado?
MÉDICO
Nada, cuatro meses.
PACIENTE
¿Sólo cuatro meses? Les dije que no me descongelaran hasta que no acabase la crisis.
MÉDICO
Exacto. Ha durado menos de lo que esperábamos.
PACIENTE
Oh. Estupendo.
MÉDICO
Lo que pasa es que ahora estamos justamente en la situación contraria. Se va usted a escandalizar de los precios.
PACIENTE
No me diga.
MÉDICO
¿Sabe lo que cuesta ahora un café?
PACIENTE
Dígame.
MÉDICO
Setecientos cuarenta mil euros.
PACIENTE
Ja, ja. Está de broma.
MÉDICO
Ya le he dicho que los acontecimientos se han precipitado. Esto es de locos.
PACIENTE
Madre mía. ¿Y mi coche? Lo he dejado en el parking. ¿Ahora cuanto vale una hora? ¿Cinco mil euros?
MÉDICO
¿La hora? No señor. Ahora cobran por nanomilésimas de segundo. El cuarto de nanomilésima está en diecisiete millones de euros.
PACIENTE
¿Diecisiete millones de euros el cuarto de nanomilésima?
MÉDICO
¿Quiere que lo congelemos veinte minutos más, a ver si esto “peta” ya de una vez y todo vuelve a la normalidad? El ejército italiano acaba de entrar en la Bolsa de Tokio y está intercambiando rehenes por aceite de soja.
PACIENTE
Madre mía, no sé… ¿Y una lobotomía?
MÉDICO
También, sí señor. Más cómodo. Ahora estamos haciendo muchísimas.
PACIENTE
Pues venga.
MÉDICO
(A fuera de cuadro) ¡Paco, mira a ver una “lobo” al 110!
MÉDICO
(Al PACIENTE) Encantado de conocerle.
PACIENTE
Buenas tardes.